Una guía honesta para decidir si Kubernetes es lo que tu equipo realmente necesita.
Kubernetes es una de las herramientas más poderosas (y complejas) en el mundo DevOps actual. Pero también es una de las más malentendidas y, muchas veces, implementadas sin necesidad real.
¿Qué problemas resuelve Kubernetes?
Orquestación de contenedores y servicios distribuidos
Autoescalado y balanceo de carga automático
Despliegues sin downtime con rollbacks automáticos
Declaratividad en la configuración de infraestructura
¿Y qué complejidad añade?
Curva de aprendizaje empinada: YAML, controladores, operadores, CRDs, RBAC…
Costos operativos altos: monitoreo, seguridad, upgrades del clúster, backup, logs.
Infraestructura para la infraestructura. ¿Quién mantiene el clúster?
Alternativas más simples
No todo necesita Kubernetes. Aquí van algunas alternativas prácticas:
Docker Compose: ideal para desarrollo o entornos pequeños.
ECS Fargate (AWS): despliegue de contenedores sin administrar servidores.
Render, Railway, Fly.io: plataformas modernas para apps web con menos fricción.
Monolitos bien diseñados: mejor que microservicios mal distribuidos.
¿Cuándo sí vale la pena?
Tu equipo tiene experiencia o está dispuesto a invertir en ella.
Requieres alta disponibilidad con múltiples servicios.
Necesitas flujos de CI/CD avanzados y personalizados.
Buscas escalar horizontalmente con eficiencia.
Kubernetes es una herramienta increíble, pero no mágica. A veces, la mejor decisión es usar algo más simple y enfocarte en entregar valor.